
es curioso como a medida que paso tiempo en un lugar me voy acostumbrando a él. después de 6 semanas viajando por la india por fin estoy de vuelta a mysore. hace un par de días que jose y yo tenemos la sensación de vuelta a casa. esto no quiere decir que me vaya a quedar a vivir aquí, que nadie se alarme, please, sólo es que estoy cómoda en este lugar, en mi casa, con mi moto y con gente conocida. este último mes y medio ha sido agotador, hermoso, emocionante, de mucho aprendizaje, conmovedor, movilizador, duro, excitante... podría escribir mil adjetivos más, pero la verdad es que también ha sido largo y estaba deseando volver. llegar aquí ha sido, sobretodo, tranquilizador. me he vuelto a encontrar con gente que conocí en enero y febrero, a algunos de ellos me los encontré en goa o en varanasi o en rishikesh y ahora hemos pasado de los saludos del principio del viaje a invitarnos los unos a los otros a visitarnos en nuestras respectivas casas, tanto las de mysore como las del mundo; desayunamos juntos, vamos a la piscina y tenemos planeada una excursión al cine del centro a ver spiderman 3!!!! todos los yoguis a ver como sigue la aventura del hombre araña.


estoy descansando un montón, he vuelto a practicar, aunque no en el shala, en la casa de jose, y con lo que me estaba costando durante el viaje, llevo un par de días encantada y sin los dolores que tenía. parece que necesitaba un lugar conocido para volver a estar cómoda con el ashtanga. estos últimos 20 días me van a servir para empezar a poner en práctica yo sola todo lo que he ido acumulando de los diferentes profesores que he probado y para empezar a acostumbrarme a practicar sola, sin profe, que es lo que me va a tocar en cuanto aterrice en argentina.
también os cuento que ya estoy pensando en el viaje del año que viene, en la practica en el shala grande, en volver a tener de profe a sharath (el nietísimo), en volver a ver a todos estos ashtanguis locos que he conocido aquí, con los que comparto locura y pasión.


y también en cómo conseguir seguir viniendo toda la vida, todos lo años, y no porque es lo que en el shala te piden, sino porque la experiencia de estar aquí es increíble, aprender de un guru indio es otra cosa, trabajan contigo de otra manera y hacen que te plantees no solo la practica del yoga más físico, sino como aplicar esa misma filosofía a la vida diaria, sin que la espiritualidad (por muy “mal” y secta que suene la palabra) esté reñida con la vida diaria, práctica, lógica y racional que tenemos en occidente. a veces pienso que es precisamente eso lo que engancha a los occidentales de este país, esa combinación tan difícil de conseguir en cualquier otro lugar. aquí a los occidentales se les puede ir mucho la olla, no me extraña que haya muchos que vuelvan vestidas de sari o con el ojo de shiva pintado en la frente, pero también te puede abrir los ojos a otra manera de entender la vida, más relacionada al presente, a disfrutar de lo que se tiene, a no ser envidioso o competitivo o exigente, a dejar un poco de lado el ego, a escuchar más afuera y menos adentro pero al mismo tiempo ser muy consciente de lo que te pasa, a ser más paciente y más tolerante, a adaptarse más, a buscar el sentido de las cosas que te pasan o que sientes.

y todo esto surge cuando todavía estoy aquí, a 20 días de mi viaje de vuelta y con la seguridad de que este viaje va a tardar en ser digerido. me quedo hasta finales de mayo disfrutando de las tormentas premonzónicas que traen lluvias torrenciales y un poco de aire fresco al invernadero que es la india en estos momentos.